martes, 28 de agosto de 2007

Bolivia 2003 (I). Travesía del Salar de Uyuni y subida hasta el pitón W del Tunupa (4.820 m)

Relato de mi visita a la zona de Uyuni durante los primeros días de agosto de 2003. El Salar de Uyuni constituye el desierto de sal más extenso del planeta, con cerca de 12.000 km2 de superfície. Se encuentra a una altura media de 3665 m y presenta un grosor máximo de la capa de sal de más de 120 m. La salmuera salina que forma el Salar se compone básicamente de sales de Litio, Boro, Potasio, Carbonatos (borax) y Sulfatos de Sodio. Dentro del Salar hay grupos de islas concetradas en diferentes partes, en ellas crecen plantas rastreras, arbustos y cactus columnares, la isla mas famosa la de Incahuasui o Isla Pescado que se encuentra en el centro del salar y es la meta de los viajes.



Después de casi 12 horas de viaje en un destartalado autocar del más puro estilo boliviano, llegamos a las 8 de la mañana al pueblito de Uyuni. Allí nos encontramos con Wendolín y Gaspar que nos haran de guías en los dos días que disponemos para la visita al Salar.

Después de preparar y organizar todos los trastos nos montamos en el 4x4 y salimos de Uyuni en dirección esta para visitar el cementerio de los trenes. Lugar donde se conservan numerosos vestigios de antiguos trenes de la línea férrea que conducia mineral hacia Chile.

Después de la visita al cementerio de los trenes volvemos a Uyuni y salimos por la carretera principal hasta la próxima localidad de Colchani, centro neurálgico del tratamiento de la sal. La totalidad de las familias del lugar viven del secado y procesado de la sal del Salar para el consumo humano. Después de una corta visita de media hora a uno de estos hornos de sal, volvemos a coger el jeep para adentrarnos en el desierto blanco que constituye el Salar de Uyuni, el desierto de Sal más grande del planeta.




A los pocos kilómetros realizamos una parada en los denominados Ojos del Salar, unos orificios en el suelo por donde sale a presión burbujeante el único agua existente en el Salar. Muy cerca de los ojos paramos también en un hotel de sal, edificación construida con bloques de sal.

Seguimos cruzando el salar en dirección NNW. Conducir en el Salar és muy aburrido, en línea recta y "too tieso". Existe algún que otro corredor a modo de carretera en el Salar, que simplemente se distingue porque la sal está ligeramente oscurecida por el paso de los vehículos.
A los 102 km de travesía llegamos a la isla Incahuasí o Isla Pescado. Allí dejamos el jeep aparcado y nos disponemos a realizar un mini-trekking de 1 hora por el sendero marcado que circunvala la isla. Paseamos entre rocas de origen volcánico recubiertas de formaciones fósiles de tapices algares (estromatolitos) y entre miles cactus columanres gigantes, de edad centenaria que sobrepasan algunos los 10 metros de altura. El sendero sube hasta la cumbre de la isla, que se encuentra a unos 100 metros de desnivel de la superfície del Salar. La vista desde allí arriba es impresionante y al fondo, hacia el norte, observamos imponente el volcán Tunupa, de más de 5400 m. El descenso se realiza por detrás de la loma hasta llegar de nuevo al parqueadero de los jeeps.


Después de una improvisada comida, seguimos nuestro viaje hacia el Tunupa. Nos separan de él 60 km. En poco más de 40 minutos llegamos al borde del Salar . Allí chapoteando en unas charchas podemos observar unos ejemplares de flamenco andino. De nuevo volvemos a pisar "tierra" y enseguida llegamos al pueblito de Jirira, donde pasaremos la noche.

Al día siguiente, bien temprano, Gaspar nos acerca con el 4x4 hasta el final de una pista a 3900 m de altitud. Cogemos las mochilas y empezamos a subir sin camino a través de pendientes de roca y arena volcánica recubiertas con plantas de altura (denominadas "pajabrava"). Ganamos altura paralelamente a unos antiguos muros preincaicos hasta que a unos 4100 m encontramos indicios de sendero. Descansamos, bebemos y contemplamos maravillados las vistas del inmenso Salar, que poco a poco va quedando a nuestros pies.

Seguimos el sendero, que va subiendo zigzagueando entre grandes bloques. De vez en cuando observamos pequeños grupos de llamas que pastorean por la zona.

Estamos a 4400 metros cuando el senderillo desaparece. Estamos debajo de la colina que constituye la Apacheta del Tunupa. En la cima de la colina podemos ver ya ,desde aquí abajo, los dos grandes mojones de piedra que se instalan en su cima. Ahora progresamos a "campo a través" por unas pendientes empinadas e incómodas, nos paramos frecuentemente a descansar pues la altura se nota ya que solamente llevamos tres días en Bolivia. Poco a poco ganamos los metros y hacia las 12 de la mañana llegamos a la cima de la Apacheta del Tunupa. Estamos a 4.650 m. A nuestras espaldas se abre la caldera abierta del Tunupa, culminada por una arista de roca volcánica con numerosos gendarmes (que dan miedo) que llevan hasta la cumbre, a 5432 m. Delante, mil metros por debajo nuestro, se abre la inmensidad blanca del Salar?realmente impresionante. Nuestros ojos abarcan hasta las montañas situadas al sur del Salar a unos 200 km de distáncia de donde estamos nosotros.

Después de un merecido descanso y de las obligadas fotografías, seguimos nuestra travesía hasta un collado al pie de un redondeado pico que se alza al W de la cumbre principal del Tunupa. En ningún plano ni mapa del lugar hemos localizado la altura ni el nombre de este pico, con lo que decidimos bautizarlo como Pitón W del Tunupa. Media hora de dura subida saltando entre grandes bloques nos separan de su ancha y redondeada cima, donde encontramos nuevamente construcciones y muros de la época pre-incaica. Estamos a 4.820 m, a una altura similar al Montblanc (eso si, aquí el blanco de la nieve es sustituído por el blanco intenso del Salar). Hacia el norte se nos abre una vista inédita que no teniamos desde la Apacheta. Podemos ver el Salar de Copiasa (el otro gran Salar boliviano) y detrás suyo, muy a lo lejos, vemos perfectamente la mole nevada del Sajama, de 6.540 m, la cumbre más elevada del territorio Boliviano. La vista es única, realmente magnífica y singular, seguramente una de las más especiales que he podido disfrutar jamás.

En poco rato iniciamos la bajada por el mismo camino hasta enlazar con el sendero y desde allí en poco más de 2 horas hasta el final de la pista. Són las 5 de la tarde y Gaspar y Wendolín nos esperan con el 4x4, rebentados por la actividad nos montamos en el auto y iniciamos el camino de regreso a Uyuni.

viernes, 10 de agosto de 2007

Vivencias y aventurillas de un geólogo. Dos meses por las tierras ecuatorianas (2001)





Bueno...este no es un relato de montaña 'sensu stricto'...aunque patear pateamos....nada...son 4 vivencias y 4 aventuras de mis peripecias allá por el año 2001 en Ecuador. Nada...estaba mirando las diapos esta mañana y mira me apeteció contaros un poco unas cuantas anécdotas de este peculiar viaje...mientras estaba realizando el trabajo de campo de mi tesis doctoral.Las anécdotas al largo de los 2 meses son muchas pero bueno os cuento algunas observaciones y vivencias que recuerdo con mucho cariño.Es un relato bastante largo, así que los interesados si quereis lo podeis leer a "plazos"...en cómodas entregas!! jejejeje






El avión está a punto de aterrizar, pasa rozando los tejados de las barriadas cercanas al para encarar la pista principal del Aeropuerto Mariscal Sucre de la capital Ecuatoriana. Es mediodía de un día de mediados de febrero de 2001, el tiempo es radiante y el sol ilumina con sus potentes rayos la vertiente este del Pichincha que preside majestuoso la ciudad de Quito. Mi aventura en Ecuador ha empezado, ¿qué me depararan los dos meses que permaneceré en este desconocido país?.?. Recogemos las maletas y salimos de la terminal en busca de un taxi que nos lleve hasta nuestro aposento. Después de unas discusiones entre taxistas, cogemos uno, como no, un Toyota Corolla de los viejos, que en unos 20 minutos nos lleva hasta la Posada del Maple, en pleno barrio de La Mariscal. Massimo es la quinta vez que viaja al Ecuador, mientras que David y yo somos primerizos. Dejamos los trastos, nos duchamos y salimos a comer algo por las cercanías. El resto de la tarde la dedicamos a una visita a la colina del Cerro del Panecillo, donde a parte de contemplar la colosal estatua de la Vírgen del Panecillo, contemplamos maravillados una vista excepcional de la ciudad y de los volcanes que la rodean : Cotopaxi, Antisana, Cayambe,etc.





PASEANDO POR LA MITAD DEL MUNDO y LA CALDERA DEL PULULAHUA





A poco más de 20 km al N de Quito se encuentra la línea geográfica del Ecuador. Allí desde hace ya tiempo se ha instalado un colosal monumento, en forma de vértice, que indica los 4 puntos cardinales. A su vez, en el suelo se ha pintado una línea amarilla que simboliza la división de ambos hemisferios. La visita es corta, y dedicamos nuestro tiempo a hacernos fotografías chorras junto al monolito posando con una pierna en cada hemisferio, tal y como hacen los demás "gringos" que visitan este paraje.





Antes de marcharnos, 3 lugareños nos asaltan y nos ofrecen por 5$ la visita al cercano Pululahua, la caldera volcánica más grande de suramérica. No les cuesta mucho convencernos de la idea y en un santiamén nos encontramos subidos en la parte de atrás de un destartalado 4x4 en dirección al parqueadero del Pululahua. Llegados a ese punto iniciamos, con uno de los autóctonos como guía, un recorrido que durante 2 horas nos llevará por un agradable sendero bordeando el borde de la caldera. Entre explicación y explicación sobre la historia, fauna y flora de la región, contemplamos maravillados la riqueza de este bosque nublado (declarado Reserva Geobotánica), destacando las orquídeas salvajes y los diminutos colibríes que pululan de flor en flor buscando su preciado néctar. El cráter es enorme con unos 4 km de diámetro y en un interior destaca, la Loma Pondoña, un picacho que corresponde a un domo volcánico formado por una erupción tardía. El día ha sido fructífero y satisfechos regresamos en bus a Quito?..hoy ha servido para concienciarnos que ya estamos en Ecuador!!!


CORDILLERA OCCIDENTAL. YACIMIENTO DE LA PLATA, PALOQUEMADO.




Unos días de reuniones, visitas y gestiones en Quito nos han servido para preparar las cosas para el trabajo que vamos a realizar. Nuestro destino se encuentra en la Cordillera Occidental, junto al valle del río Pilatón, y corresponde a uno de los yacimientos de cobre y oro más importantes de la región, el llamado ?Tajo Abierto de la Plata?.

David va a permanecer allí durante un mes entero, mientras que Massimo y yo le acompañaremos durante una semana, antes de partir hacia tierras más sureñas, en busca de nuestro principal objetivo.

La aproximación la realizamos a través de la carretera Panamericana, cruzando la avenida de los volcanes hasta la población de Aloag, desde donde podemos contemplar la perfecta silueta nevada del Cotopaxi?.ummmmmm?.pienso?..¿cuándo podré escalar esas bellas laderas?. En Aloag, dejamos la Panamericana y nos dirigimos hacia el oeste por la carretera que une la Sierra con la costa Pacífica a través del valle del río Pilatón y la población de Santo Domingo de los Colorados. Esta carretera pierde desnivel muy rápidamente y en poco menos de 1h30? pasamos de los tresmil metros de la Sierra hasta mil y algo. El contraste de paisajes es brutal, desde lo árido y basto de la sierra hasta lo húmedo y frondoso de las tierras bajas. Paramos en la carretera a comer algo, en una especie de garito que no tiene muy buena pinta, pero es de lo único decente por estos parajes. Después de la escasa comida, compramos un racimo de plátanos, unas piñas y unas chirimoyas del tamaño de un melón que nos servirán para confeccionar los jugos necesarios para la base alimenticia de nuestros desayunos.



A primera hora de la tarde paramos en la localidad de Alluriquín para visitar una curiosa colada de pillow-lavas que aflora junto a un puente colgado que cruza el Pilatón. No entraré en más detalles técnicos. Después de esta visita proseguimos nuestro viaje hasta la localidad de la Unión del Toachi, donde abandonaremos la carretera de la costa para tomar un camino de tierra que nos llevará hasta nuestra residencia durante esta semana el pueblo de Paloquemado. El camino de acceso es todo un show, pista de tierra en muy malas condiciones, zigzagueante y estrecha, con un buen patio que no invita a mirar para abajo.





Paloquemado es un pueblito perdido en el corazón del bosque nublado de la Cordillera Occidental. Debe contar con menos de 20 casas y 100 habitantes que viven esencialmente de la agricultura y de 4 gallinas desperdigadas en el monte. No cabe decir que el pueblo no tiene de nada, ni saneamiento, ni red de aguas potables, y escasas 3 o 4 columnas de luz en sus calles. Tiene una tiendecita donde abastecerte de alguna botella de agua, galletas y alimentos básicos. Eso sí, todas las tardes el pueblo se anima con las peleas de gallos que se celebran en un local cercano a nuestra casa.





Esta casa es un local de 2 plantas con 3 habitaciones, un aseo y un comedor?que es utilizado por los propietarios de la mina para alojarse durante sus esporádicas visitas al lugar.
En Paloquemado actualmente ya nadie vive de la mina, solamente quedan 3 encargados de la vigilancia del Tajo Abierto. La mina hace unos años que cerraron por falta de productividad, pues el método rudimentario de recuperación del oro, presente como inclusiones dentro del mineral de cobre, no permitía hacer rentable su laboreo.





Bueno, nuestra labor durante esa semana fue realizar un estudio exhaustivo de la paragénesis mineral de Tajo Abierto, cartografiando el yacimiento y obteniendo muestras minerales para posteriormente realizar ensayos en el laboratorio. Una de las tareas más divertidas y aventureras era la de explorar por los valles, torrentes y vaguadas cercanas, en busca de otros afloramientos o indicios minerales. Estas exploraciones las llevavamos acompañados de los 3 guardianes de las minas, nuestros inseparables amigos Medardo, Alfonso y Walter, sabios conocedores de esos parajes, que nos acompañaban y nos abrían vía con sus poderosos machetes en medio de la densa vegetación de la zona. Para llegar al tajo cada día a las 7 de la mañana nos subíamos a una especie de furgoneta que se enfilaba por un camino horrible lleno de roderas cuesta arriba hasta las cercanías de la mina?mareados llegábamos!!. Cada día después de comer, sobre las 4 de la tarde, teníamos que abandonar nuestras tareas geológicas debido a los aguaceros y luego espesas nieblas que se producían puntualmente todas las tardes. También teniamos ratos de trabajo de gavinete donde nos sentábamos a estudiar los testigos de sondeos y las muestras de rocas que se habían tomado con anterioridad en la zona.





La verdad fueron unos días muy especiales, primera toma seria con la naturaleza salvaje y el clima peculiar de estas regiones del Ecuador?así como días clave para aclimatarse a la rutina del trabajo del intrépido geólogo de campo (patear y mojarse mucho y comer poco) .


CORDILLERA DEL CÓNDOR. CAMPO MINERO DE NAMBIJA.




Llego el día!!, después de un par de días de descanso y preparaciones en Quito, y después de dejar en manos de la diosa fortuna a nuestro compañero David en Paloquemado. Juan Carlos (un estudiante de Quito), Massimo yo tomamos un vuelo con destino a la ciudad sureña de Loja. 45 mágicos minutos contemplando desde la ventanilla del avión los mayores conos nevados del país, primeramente el Antisana, seguido del Cotopaxi, para acabar rematando el babeante paseo avionil sobre la cúpula glaciar del Chimborazo.





Una vez en Loja nos dirigimos hacia la Terminal Terrestre para coger un autobús que nos llevará hasta la localidad de Zamora, situada en las puertas del Oriente amazónico, al pie de la conocida como Cordillera del Cóndor.





Paseando por las escasas calles de Zamora, Massimo y yo vemos claramente que los lugareños no están acostumbrados a ver gringos por aquí, cosa impensable en otras regiones y ciudades más turísticas del país. Preguntando a la gente llegamos a la sede regional del Instituto Nacional de Minería, donde nos espera Daniel Pilco, el director de la región de Zamora-Chinchipe. El recibimiento es efusivo y nos invita a tomar unos licores típicos de la región...jejeje...que gentilmente pruebo pero sin ingerir su contenido. Después de un rato, repasando mapas de la zona, fotografías y otros documentos, Daniel y Oswaldo un esbirro suyo nos invitan a acompañarnos en su 4x4 a la cercana localidad de San Carlos de las Minas, que constituirá mi campamento base durante este mes y medio largo que voy a permanecer en tierras zamoranas.
Para llegar a San Carlos hay que cruzar el caudaloso río Zamora. Para eso, nuestro vehículo cruza con una plataforma navegando por el río, y nosotros por un bonito puente colgante por encima del mismo?..quien me iba a decir a mí, que me cansaría y cansaría de cruzar decenas de veces ese camino durante este mes y medio. Una vez cruzado el río llegamos a Yantzatza, punto desde donde salen "guaguas" que suben hasta San Carlos y Nambija ... también tuve que cogerlas en innumerables ocasiones.





San Carlos, es un pueblo esencialmente minero, la mayoría de sus gentes vive directa o indirectamente de la minería. Unos misioneros polacos erigieron hace unos años una pequeña iglesia y una rectoría en el centro del pueblo y no hace mucho la comunidad de San Carlos ha contraído un pequeño hotel muy básico para ofrecer alojamiento a los huéspedes que visitan estas tierras. Este va a ser mi campo base!





Desde San Carlos, cada mañana sobre las 7 tomamos las Guaguas que suben hasta Nambija, poblado minero por excelencia de la región. La primera visión de Nambija impresiona a cualquiera, montones de chabolas se amontonan en las abruptas laderas verdes, entremezcladas con bocaminas y escombreras. Es una visión espectacular y a su vez caótica?.un río de lodo surca el fondo del valle de Nambija, lodo producido por el lavado del mineral sacado de las bocaminas. Por sus calles empinadas, juguetean los niños entre los escombros y las basuras. Los mayores (y no tan mayores?los niños a los 12 años ya trabajan en las minas) laborean en las rústicas galerías, pequeñas canteras o simplemente rebuscan entre las escombreras, en busca del preciado metal. Aquí el oro, aparece en pequeñas chispas y granos en venitas de cuarzo en una matriz de grosularia-andradita en lo que se llama como un yacimiento tipo skarn?. La concentración de oro por lo general oscila entre los 3 y 5 gramos por tonelada, aunque se han localizado puntualmente vetas de cuarzo de hasta 30 gr/tonelada. La concesión más grande de Nambija, la gestiona una empresa canadiense, que había cesado su labor, a causa de la poca recuperación de oro que se obtenía de utilizar métodos muy rudimentarios. Como digo?Nambija no deja indiferente. Uno de los episodios más tristes de este lugar ocurrió a mediados de los 80, cuando después de unos días de fuertes lluvias y debido a la sobreexplotación de las vertientes de la montaña (que esta agujereada como un queso gruller), se produjo un corrimiento de tierras que sepultó a más de 300 personas. Muchas de estas, todavía descansar debajo de miles de toneladas de material?y encima de los escombros se han vuelto a construir casas y chabolas?
El campo minero de Nambija, lo consituye una franja mineralizada de casi 40 km de extensión donde se asientan 6 zonas mineras siendo Nambija la que le da el nombre a la zona. Estas son: Fortuna, Campana, Campanillas, Nambija, Sultana del Cóndor y Guaysimi (ordenadas de N a S). Lógicamente durante el mes y medio, me dio tiempo junto a Juan Carlos de explorar y visitar todos estos asentamientos. Cabe decir que todas las concesiones mineras son privadas y están fuertemente vigiladas y hace falta mantener contactos con los propietarios para que te dejen entrar para cartografiar, fotografiar y tomar muestras del interior de la explotación?.a cambio de que les envíes al acabar el estudio copia de los resultados obtenidos.





Las anécdotas durante el mes y medio son numerosas, pero os contaré tres episodios especiales durante mi estancia: la visita a la mina de Campanillas, la estancia en la concesión de Guaysimi Alto y la exploración por la jungla hasta la Cascada.

CAMPANILLAS:





Campanillas se encuentra inmediatamente a N de Nambija, justo al otro lado del Cerro. Actualmente es de las pocas concesiones en explotación. El primer día Juan Carlos y yo subimos para entrevistarnos con el ingeniero responsable, que nos rescató de un negro de 2 m con una metralleta que guardaba la entrada al recinto minero. Le vendimos la moto y nos dio permiso para que al día siguiente camparamos con libertad por dentro de la concesión. Campanillas en esa época tenia una galería activa, en la cual nos metimos acompañados por un minero que nos llevó hasta el filón de cuarzo que estaba en explotación?.mi sorpresa fue cuando al iluminar con la linterna en el techo todo empezó a brillar?era un filón bastante rico en oro y había decenas de granos brillando sobre mis cabezas. Nos dejó darle un martillazo y cayeron al suelo numerosos pedazos de cuarzo llenos de granos del dorado metal (unos cuantos de los cuales conservo en mi colección personal de piedras ?jejejeje).





La pateada por dentro de los extensos terrenos de la concesión de Campanillas fue muy grata. Recorrimos toda la montaña cubierta por una densa vegetación semitropical y bajamos hasta el fondo del valle donde desde allí retomamos la pista de regreso a San Carlos.





GUAYSIMI ALTO:





Guaysimi Alto queda bastante apartado de San Carlos, es una de las concesiones más al sur del cinturón minero de Nambija. Para llegar a Guaysimi en vehículo, la única forma era esperar que los militares (que tienen instaladas unas antenas en un pico cercano) suban en 4x4 y acoplarnos con ellos. El primer día que visitamos Guaysimi subimos Massimo, Juan Carlos y yo con los militares. Casi 3 horas de coche (1000 m de desnivel) por una pista de mala muerte, con pinchazo incluido, para llegar hasta los 2200 m donde se encuentra Guaysimi. Guaysimi es de las minas más activas y ?modernas? de la región y es la que posee una mayor estructura organizada tanto de maquinaria como de personal. Esa tarde solo pudimos estar unas pocas horas y quedamos de acuerdo con el ingeniero responsable que yo subiría más adelante para quedarme unos días y poder hacer un estudio de detalle.





Ese día llegó y coincidió que Juan Carlos se habia marchado 4 días a Quito por asuntos personales. Mi estancia en Guaysimi poco más de 2 días, dos eternos días entre escombreras, piedras y montañas, con la única compañía de unos cuantos mineros, que para hacer más llevadera su estancia allí se atiborraban de un licor ?7 pingas? de 96º?.imaginaros el panorama?.el menú allí era escaso a base de unos granos de arroz herbido y unas tiras de pollo regado con una dudosa limonada. Cansado, acceleré mis gestiones geológicas y al segundo día por la tarde (antes de lo previsto) abandoné a pie (pues el vehículo no me recogía hasta 2 días después) el lugar, cargado con una mochila con mis cosas y con unos 10kg de piedras extras en la espalda, resultado de mi prospección en la zona. Salí sobre las 6 de la tarde y llegué destrozado a San Carlos a las 12 de la noche, después de salvar en bajada los 20 km de distancia y 1000 m de desnivel cargado como un burro y sin frontal (iluminado por la luna y por las numerosas luciérnagas del bosque) después de badear unos cuantos torrentes y de huir de unos perros que me querían agredir ?jijiji?ahora rio pero entonces los tenía por corbata. Una experiencia peculiar.... :p





EXPLORACIÓN HASTA LA CASCADA:





Un día de los que bajamos a Zamora, hablamos con Daniel Pilco, que nos comentó que hacia años había ido a explorar una zona bastante adentrada en el bosque, donde el pensaba que podría haber una formación mineralizada muy similar a la de Nambija. Entusiasmado con el tema y aprovechando nuestra presencia en Ecuador nos planteó la posibilidad de ir juntos a reexplorar la zona. Lógicamente, no me pude negar a tan sugerente aventura y al día siguiente a las 7 de la mañana estábamos Juan Carlos, Daniel, dos esbirros suyos y yo puntualmente preparados para salir. La ruta en 4x4 nos llevó cerca de hora y media hasta un poblado cercano a Nangaritza donde dejamos el coche, desayunamos algo en un sitio donde curiosamente estaban viendo en directo el partido Madrid-Barça (2-2 con gol anulado a Rivaldo en los últimos minutos). Desde allí salía un sendero embarrado que se adentraba en el bosque. Al cabo de un par de horas de andar nos cruzamos con unos campesinos que estaban recogiendo plátanos y naranjillas (una fruta parecida a un níspero). A partir de aquí el camino desaparecía y la manera más fácil y rápida de progresar fue meternos por el río principal, única vía libre de vegetación, andando en algunos tramos con agua por encima de las rodillas. Proseguimos un par de horas más progresando en estas condiciones hasta que Daniel nos comentó que estábamos a punto de llegar a la zona de la cascada, junto a la cual se encontraba el misterioso afloramiento rocoso. Entonces llovía bastante. La cascada, muy bonita, de unos 25 metros de altura nos salpicaba mientras observábamos la verde roca de una especie de cañón. Tomamos unas muestras con el martillo y las observamos detenidamente con la lupa de 20 aumentos. La conclusión fue que esa roca no era excepcional, simplemente una andesita común y sin indicios de mineralización, cosa que causó bastante decepción en el amigo Daniel, que tenía muchas expectativas puestas en este lugar?.pero bueno, la excursión y la exploración merecieron la pena?una jornada húmeda pero gratificante en medio de un bosque de primer orden.

Aquí empieza nuestra aventura!!


Pues nada, aquí empieza nuestra serie de relatos y experiencias de nuestros viajes, salidas y expediciones ... a lo largo y ancho de este planeta ... visitando desde las más altas cumbres hasta las ciudades más bonitas de nuestro continente.